10 marzo 2006

La Historia y las Historias

Por: JotaDobleVe


Historia según la definición de la R. A. E. es:

(Del lat. historĭa, y este del gr. ἱστορία).

1. f. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados.
2. f. Disciplina que estudia y narra estos sucesos.
3. f. Obra histórica compuesta por un escritor. La historia de Tucídides, de Tito Livio, de Mariana.
4. f. Conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación.
5. f. Conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella.
6. f. Relación de cualquier aventura o suceso. He aquí la historia de este negocio.
7. f. Narración inventada.
8. f. Mentira o pretexto.
9. f. coloq. Cuento, chisme, enredo. U. m. en pl.
10. f. Pint. Cuadro o tapiz que representa un caso histórico o fabuloso.

Obviamente, la acepción # 1 la define, la acepción # 4 aclara lo que pretendemos hacer; sobre todo cuando nos referimos a la Historia de Venezuela y la # 5 cuando nos referimos a la Vida del Libertador; hasta la acepción # 6 las definiciones están acordes con la lógica de lo que hacemos; pero mientras más leemos libros de Historia de Venezuela, más nos encontramos que quienes nos precedieron actuaron más bajos las acepciones # 7, 8 y 9 de la R. A. E.

Una vieja monja española (Sor Marines de la Cruz) a principios del siglo XX, al iniciar sus clases de Historia Universal decía algo como esto: “No se puede creer el la Historia antigua, al ver como escribimos la moderna”; ella naturalmente se refería a todo lo acaecido antes y durante la “Gran Guerra” del 14 y veía como la historia una vez más era dictada por los vencedores. Así ha sido siempre, el vencedor es único dueño de la verdad y arbitro del bien mientras que el vencido destila maldad y vive en la falsedad. Bajo esos conceptos comencé a leer historia: dudando siempre de lo que leía, de la veracidad del hecho narrado y de la sanidad moral del narrador.

¿Mis dudas?: Un ejemplo: en aquella latosa historia del profesor Siso Martínez, con la cual nos martirizaron de estudiantes en los años 50´s había interminables argumentos que explicaban la caída de la Primera República, ya no me recuerdo lo que decían. Lo que si recuerdo es que no decían que Monteverde llega a Venezuela con más o menos 130 hombres. Entonces, ¿Cómo con esa escuálida fuerza derrota la revolución?... ¿Cómo puede tomar Caracas, La Victoria, Valencia y Puerto cabello?... ¿Cómo derrota a Miranda, Mariscal de Francia y reconocido guerrero?... nunca nos dijeron que el venezolano medio (el que hoy llaman “de a pie”) prefería al conquistador español que al mantuano criollo, nadie nos dijo que Monteverde lucha con fieles venezolanos contra los “patiquincitos mantuanos”… en donde para nuestra sorpresa encontramos a Bolívar… nadie nos dijo que a Miranda, ese venezolano universal, a quien homenajeamos este año, se le niega la entrada en las casas mantuanas por ser “blanco de orilla” (Hijo de Canario); qué, a este mismo personaje, y dada su “poca valía” lo sacrificaron, para que muchos mantuanos salvaran su pellejo en una triste noche en el puerto de La Guaira, cuando al ser llevado preso impreca: “Bochinche, bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche”.

Si nos hubiesen explicado que la “Guerra a Muerte” fue de Monteverde y Boves hacia las dominantes castas mantuanas y criollas; hubiésemos podido entender que la guerra de independencia fue una guerra de colores, de razas y de castas. Que fue menester que el exterminio del grupo social al que pertenecía Simón Bolívar en las bayonetas de Monteverde y bajo los toques de degüello de Boves para que este entendiera la verdadera causa social que involucraba la guerra de independencia; y al entenderlo plenamente, diera al mundo su magistral “Carta de Jamaica” un documento social, no suficientemente destacado por nuestros historiadores.

Bolívar para ser Libertador, se queda sólo, sin familia, sin la casta a la cual perteneció; y al hacerlo, forja la gesta más grande que hombre alguno concibiera. Si desde un principio, si nos hubiesen mostrado las debilidades y los errores en que incurrió el joven Bolívar (y más la generación que lo acompañó) hubiéramos podido entender antes su grandeza; esa grandeza que aflora en 1817 con la expedición de los Cayos, aún cuando también en ella se comenten garrafales errores. Son los errores los que forjan al hombre, de ellos aprende Bolívar, una de las cosas interesantes de El Libertador es que nunca comete dos veces el mismo error, y en ello se basa su genio.

La Historia de Venezuela descansa, pues, en un cúmulo de mentiras, en algunos casos sobre verdades a medias; y en otros, de negligentes omisiones, las cuales pretenden tapar la verdad o encubrir la mentira ya dicha. Otro ejemplo: Después de los triunfos de Junín y Ayacucho., cuando el Imperio Español es totalmente derrotado en Sudamérica, Bolívar desde Trujillo y El Cuzco en Perú dicta las leyes sociales más avanzadas desde la publicación y difusión de la Biblia cristiana. Leyes que aún hoy en día serían revolucionarias en muchas naciones americanas, asiáticas o africanas. ¿En dónde están impresas?... ¿Quién las promociona?... ¿en qué colegio, liceo o institución las enseñan?... No, ningún historiador godo, a servicio de las oligarquías criollas podía decir eso… ¿Bolívar social?... Jamás… era preferible dejar cundir el rumor de un Bolívar monárquico, con ambiciones napoleónicas, aunque hipócritamente se desmintieran luego, pero presentar al mundo un Bolívar social; no, eso no. ¿Saben otra cosa?: cuando Bolívar dicta las leyes y decretos del Cuzco y Trujillo el Sr. Karl Marx tiene apenas nueve o diez años; a ustedes les dejo las interpretaciones en este caso.

Otro ejemplo: Bolívar medía poco más o menos que 1,54 – 1,56 metros, pesaba entre 50 y 60 (al morir ni 40) kilogramos, tenía bigotes y patillas (se los quita 1n 1827-8 en el Perú), el pelo hasta más o menos 1823-24 lo ataba a la nuca con una cinta tricolor, en batalla andaba en una mula parda (ningún caballo blanco), con una ruana y sombrero alón, cabalgaba entre la tropa… era ambidiestro, prognata, pretencioso, altanero con sus iguales, no reconocía superiores, peleón, paternal y dicharachero fue con sus inferiores… se bañaba en colonia 4711, no fumaba, tomaba poco. Una pregunta: ¿Se lo figuraban así?...

Los que estudiamos la historia actualmente tenemos una deuda heredada, es la de deslastrar nuestra historia de tanta falsedad, mentira y omisión vertida en ella por generaciones de seudo historiadores más comprometidos con intereses de castas que con la propia verdad de los hechos y las situaciones.

Hoy hablamos de bolivarianismo, nos llenamos la boca diciendo que somos bolivarianos; y ¿cuantos saben aun cuando sea la mitad de lo que acá exponemos?…

Ése es el Bolívar hombre… el que hay que rescatar, porque cuando rescatemos a ese Bolívar, el Bolívar héroe, el del caballo blanco, el de las plazas, el de la espada que camina, el que está en nuestro corazón crecerá…

JotaDobleVe
JWekker@GMail.com
www.simon-bolivar.org

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Los comentarios sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Son moderados y nos reservamos el derecho de publicación.