14 octubre 2006

La estrategia yanqui contra Latinoamérica

Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria a nombre de la Libertad. -Simón Bolívar-
Nos invaden, se preparan militarmente, logran impunidad para sus militares como en la Base de Manta y llegan a pedir incluso inmunidad ante la Corte y Estatuto de Roma...

Por: GCP (Ecuador)
Fecha:13/10/2006


Hay una guerra oculta que libra el gobierno de Estados Unidos contra los pueblos del Continente. Una guerra de dominación y saqueo que genera destrucción humana, ambiental y productiva. ¿Qué exageramos? Eso lo dirá quien no ve más allá de sus pestañas y quien no se ha informado de lo que los propios yanquis han dicho. Veamos unos ejemplos:
América es para los [norte]americanos”, dijo el presidente Monroe (1823)

Tenemos que proteger nuestros recursos (los de EEUU), el hecho de que estén en otros países es un accidente”, reafirmó el Senador yanqui George Kanande (1950).
Un informe público de la CIA, que plantea sus perspectivas hacia 2020, identifica a los movimientos populares y a los movimientos indígenas como “un peligro a la seguridad de Estados Unidos”. En la actualidad el Plan Colombia repite una política de muerte en medio del incremento de la producción de droga y se asientan bases militares imperialistas en todo el Continente.

En este sentido, hay una continuidad entre la “doctrina Monroe”, que establecía que América Latina es el patio trasero de EEUU, con la “doctrina del gran garrote”, “la diplomacia del dólar”, “la doctrina del buen vecino”, la “doctrina Carter” y la actual “Estrategia de Seguridad Nacional”, vigente desde el año 2002. El propósito de cada una de ellas ha sido asegurar la dominación del imperialismo, expresada en distintas esferas: económica: mediante las órdenes del Banco Mundial y el FMI; política: con la intervención directa y descarada de la embajada yanqui en cada asunto que sucede en el país; comercial: con la imposición de tratados que impiden progresar a Latinoamérica y la mantienen produciendo solo materia prima cuyo precio es cada vez más bajo; cultural: mediante la imposición de sus fiestas, hábitos alimenticios y productos culturales de Hollywood, menospreciando y destruyendo la propia cultura; militar: mediante los programas de entrenamiento y modernización de las Fuerzas Armadas Latinoamericanas a imagen y semejanza del ejercito estadounidense, para proteger y consolidar los intereses económicos de las transnacionales, bancos y empresas yanquis. En fin, no hay esfera de la vida en la que la presencia del imperialismo no sea visible y no se contraponga a los intereses de todos los ecuatorianos, con excepción de unos pocos, muy pocos, que se encuentran ligados a los yanquis en mil aspectos.

La actual doctrina de Seguridad Nacional de los EEUU tiene relación con la presencia militar en nuestros países. El Comando Sur del ejército imperialista destina más de 50.000 militares yanquis cada año a América Latina y El Caribe; toda una fuerza de invasión que es cinco veces el personal civil que envían también en misiones de injerencia.

Los planes de incremento de la presencia militar directa se suman a las bases ya ocupadas hasta el año pasado por los yanquis: 6 en el área andina, 1 en el Cono Sur, 5 en El Caribe y 4 en Centroamérica. Su ubicación tiene que ver con el control de recursos naturales claves como petróleo, biodiversidad y agua, así como para acordonar a los países que se presentan como eslabones débiles debido a la capacidad de organización, movilización y combate de los mismos a la dominación imperialista.

Un ejemplo es la Base de Manta, que incluye la presencia de 475 militares de EEUU, más numerosos mercenarios que vienen supuestamente a labores de limpieza; es conocido que la Base nada tiene que ver con el combate a la droga, sino con el control de la región. Aquello del combate a la droga se desvanece al conocer la historia de cómo el propio gobierno yanqui ha usado la droga para sus propios proyectos: al observar como aumenta la producción de cocaína en Colombia o cómo Afganistán pasó a ser, tras la invasión yanqui, el mayor exportador de opio y heroína, cuando esos cultivos estaban erradicados antes de que el imperialismo se hiciera cargo del país.

Los gobiernos derechistas y reaccionarios facilitan esta agresión. Uribe en Colombia pidió una “fuerza de paz americana” para la región del Amazonas, Palacio desde Ecuador habló de traer cascos azules de la ONU para complementar el Plan Patriota, desde Honduras y El Salvador se ha dejado abierta la posibilidad de anular los ejércitos nacionales para constituir un ejército regional bajo control norteamericano. A esto se suma el entrenamiento de militares de toda la región en las academias yanquis, recordando la Escuela de las Américas donde se adoctrinó a buena parte de los dictadores de las últimas décadas del siglo 20. Los programas de formación y entrenamiento militar son mecanismos para crear subordinación en las Fuerzas Armadas de los países de América Latina con Estados Unidos; solo en el 2003, se entrenó a 22.855 militares de Latinoamérica, un 52% más que el año previo.

De los datos disponibles se sabe que en esos entrenamientos participan continuamente militares ecuatorianos obligados a ponerse bajo órdenes de un ejército extranjero. Así, en 1999 se entrenaron 681 ecuatorianos; 899 el 2001; 1.267 en 2002; y 662 en el 2003.

En la Escuela de las Américas (hoy se llama “Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica") se habrían entrenado 60 mil militares latinoamericanos, de los cuales 600 están acusados por crímenes contra la humanidad, resultado de la aplicación de los “once manuales secretos”, parte de los cuales se refieren a desapariciones, torturas y masacres selectivas.

El desarrollo de una serie de ejercicios militares bajo la modalidad de ejercicios conjuntos, una manera de acostumbrar a los militares latinoamericanos a estar bajo las órdenes de yanquis, mientras ellos acumulan contactos de futuros agentes, conocimiento de lugares para posibles ataques, información sobre la población a la que se acercan con médicos y servicio social; además realizan obras de infraestructura destinada a tareas de injerencia militar (acuérdese el lector de la carretera en Napo que fue llamada la “Guayusa” por la población, la misma que no une a ninguna población y que tampoco se terminó).

Entre esos ejercicios están las maniobras Unitas, Cabañas, Aguila, Cielos Centrales, Vientos Alisos, Atlasur IV, “movimientos conjuntos” y otras. Además están los movimientos que mantienen el Entrenamiento de Intercambio Conjunto y Combinado (JCET) realizados por las fuerzas especiales de USA, 21 de los cuales se realizaron en Ecuador en 1998. La información se mantiene restringida, la población no conoce que esto sucede y sin embargo después nos hablan de democracia.

Venta de armas por montos gigantescos, ingreso de mercenarios para cumplir labores militares en guerras de “Baja Intensidad”, chantaje directo y una amplia propaganda para justificar su presencia, son otras armas de esta maquinaria de guerra impuesta a nuestros pueblos. Una vez lograda la justificación, el siguiente paso que se propone el imperialismo es la imposición de una nueva política que haga de los ejércitos de la región tan solo una fuerza de control interno a cada país, mientras las tareas de defensa exterior quedan bajo la “protección directa” del ejército norteamericano.

Pero la doctrina de Seguridad Nacional tiene en su propuesta militar solo uno de los componentes que la integran. Los otros dos son: abrir mercados extranjeros y estimular el crecimiento económico global y “nuestra [la de EEUU] promoción de la democracia en el extranjero”.

Para ello creen necesario enfrentar lo que llaman “las amenazas étnicas”, representadas en la lucha indígena por sus derechos; los Estados que se preocupan de su población (a los que indiscriminadamente califican de populistas); la amenaza demográfica por la que tratan de reducir el crecimiento poblacional de nuestros países; el terrorismo que para ellos es cualquier acción visible de oposición a sus políticas y, por supuesto, a la migración, que se supone lleva potenciales delincuentes a Estados Unidos, por lo que ahora se pretende ilegalizar y encarcelar a los emigrantes.

Toda arma y mecanismo se usan en estos propósitos. Desde el ALCA y los TLCs para tener control comercial y territorial, pasando por la reestructuración de los sistemas de justicia (en Ecuador con Projusticia), hasta comprar agentes de su política con la creación de organizaciones como Participación Ciudadana y Ruptura de los 25, íntegramente financiados por la embajada yanqui.

Nos invaden, se preparan militarmente, logran impunidad para sus militares como en la Base de Manta y llegan a pedir incluso inmunidad ante la Corte y Estatuto de Roma, del cual Ecuador es signatario; lo que significa darles un perdón anticipado por crímenes de guerra y de lessa humanidad, tales como genocidios, torturas, desapariciones y asesinatos selectivos.

¿Quién dice que EEUU es nuestro “mayor socio”? Para ser socio deberíamos tener intereses comunes y respeto mutuo. ¿Quiénes pretenden que nos irrespetemos a nosotros mismos arrodillándonos ante la OXI con tal de no molestar al agresor? Sabemos bien los nombres de esos pocos aliados de los imperialistas. Los demás tenemos una continua batalla por la libertad. La independencia y la soberanía del país aún están por ser alcanzados. Esa es un hermoso propósito con el que los pueblos del Ecuador deben comprometerse.

Por: GCP (Ecuador)
Fecha:13/10/2006

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