09 diciembre 2007

LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN . . .

Una batalla por ganar - Un artículo como contribución a la política comunicacional luego del 2-D.
Pero viendo yo que la opinión nacional no se ha pronunciado enteramente, como es de suma necesidad, y como estoy cansado de prevenir que se le invite, para que lo haga, por medio de la prensa y de los colegios electorales, sólo les he contestado que mis opiniones están emitidas en los documentos de mi vida pública, y que de resto nada más puedo hacer ni decir, especialmente habiendo yo convocado ese congreso para que dé una constitución y nombre un gobierno.
-Simón Bolívar-

por, Martín Guédez



De nuevo volvemos al análisis de este nuevo señorío que se ha encaramado sobre la Humanidad: los medios de difusión masiva. Paradójicamente, en el ojo de este huracán de hiperinformación globalizada, nunca antes el derecho a estar debidamente informados fue tan secuestrado y asfixiado. Unos pocos señores del dinero, cuya única legitimidad proviene de su capital, secuestran la información hasta convertirla en el medio. La noticia es el medio. Lo que el medio no exponga no existe. El modo, jerarquización y contexto de la noticia lo decide el medio.

Desde ahí, la libertad de expresión adquiere un solo sentido y un solo pensamiento: el conveniente al capitalismo. La tan cacareada libertad de expresión es secuestrada por los valores del pensamiento único. No sólo la programación de noticias u opinión sino la demoledora industria del cine, la telenovela o la publicidad se entremezclan en el secuestro. Todo se orienta inexorablemente al mismo fin: imponer los valores del capitalismo. Una sola opción económica: el capitalismo, y de la mano de esta opción, una sola forma de organización política: la democracia representativa.

Presenciamos un mercado de la información controlado y manejado por poderosos grupos económicos con el fin de imponer sus criterios mercantilistas. No hay ningún criterio ético que acompañe la jerarquización de la información, sino un único interés: la noticia mercancía y su fin: imponer y preservar el sistema capitalista. El modo como se descontextualiza, se invisibiliza o se jerarquiza la noticia es prueba de ello. La palabra y la imagen se combinan armónicamente para lograr el objetivo de fijar una idea en la mente del receptor. Así, por ejemplo, en acción perfectamente combinada, las imágenes y los comentarios sobre Iraq dejan en la mente del receptor la idea de CONFLICTO y no de GENOCIDIO; la idea de DEFENSA DE LA DEMOCRACIA y no la de TERRORISMO IMPERIAL.

El inmenso poder acumulado por estas corporaciones se explica a partir de la estrategia de alianzas o compra de medios nacionales o regionales, de modo que lo pautado o decidido en los bunkers editoriales de los gigantes es luego fielmente reproducido por el sistema circulatorio de los países periféricos. Del mismo modo, se originan "noticias" en la periferia que luego son rebotadas a todo el mundo desde los centros de poder mediático.

En Venezuela el 83% de los grandes medios pertenecen a poco más de una decena de grupos económicos. Igual pasa con las comunicaciones en todo su espectro: telefonía celular o proveedores de acceso a Internet, por más que en los últimos tiempos se tenga a CANTV. Todo lo escrito, oral, visual y hasta virtual está bajo su control y dominio. El inmenso poder de conformar la opinión pública según sus intereses convierte el ámbito de las telecomunicaciones en la "niña bonita" del capitalismo internacional.

En una sociedad de la comunicación como la actual, el poder de estandarizar, masificar, banalizar y por supuesto, controlar la información, es acaso el arma de desconstrucción moral masiva más poderosa del capitalismo. El poder económico conforma de esta manera el más eficiente instrumento de educación y formación en los valores del capitalismo. Se controla lo que circula, se estandarizan las ideas, principalmente aquellas destinadas a atornillar la imposibilidad de un tipo de sociedad distinta a la globalizada, capitalista y occidental.

Poco se hará en la escuela si la omnipresencia mediática sigue imponiendo sus valores. Noticieros, programas de opinión, novelas, películas y cuñas comerciales, se encargan de destruir cualquier valor ético impartido en el aula, en la Comuna o la familia. La orientación de esta invasión de imágenes y sonidos responde a los intereses globales del capitalismo, imponiendo el culto al consumismo, individualismo o al sexo y la adoración a patrones de belleza ajenos a nuestra cultura. En fin, imponiendo una monstruosa mutación cultural que arrasa con los valores propios del humanismo.

En principio quienes disponen de la autoridad y posibilidad de utilizar adecuadamente los medios del estado tienen ante sí una tarea titánica. Hay que terminar con la deplorable política -característica de la mayoría de nuestros más conocidos programas de radio y TV- de responder presurosos, casi en forma irreflexiva, a la agenda de mentiras que marcan los medios al servicio de la conspiración contrarrevolucionaria. Según he sabido, buena parte de la campaña del miedo la montó la contrarrevolución contando con nuestra reactividad irreflexiva que haría -sabían ellos- que la divulgásemos como cierta brindándoles la mejor de las tribunas para amedrentar a nuestro pueblo. Razones de sobra como para meditar mejor nuestras respuestas; no se puede olvidar que una de las más eficaces armas en esta guerra de la información es la contrainformación.

Estoy persuadido de que una comparación medianamente objetiva entre las bondades del socialismo y el horror demostrado y comprobado del capitalismo a nivel mundial deja al socialismo -profundamente conocido y explicado- con gran ventaja moral. El socialismo, con todas sus fortalezas, sus bellezas humanistas, sus posibilidades de equidad, justicia y progreso para todos impondrá siempre su verdad si se está bien formado y se sabe exponer el "producto". Los medios del estado tienen que difundir la doctrina de vida que es el socialismo frente a la estructura de muerte que es el capitalismo. Intentar el enamoramiento del pueblo por un sistema que no conoce en profundidad y del que sabe sólo aquello que la propaganda capitalista, antisocialista y anticomunista de siglos le ha mostrado equivale a la tarea de Tántalo. Cada día se desmontará el ataque -o más bien se intentará desmontar- de la agenda imperialista y...vuelta de nuevo al siguiente día, otra matriz, otra agenda, otro ataque y así hasta el cansancio, la paranoia y el agotamiento. Una mujer bonita no tiene que empeñarse en demostrar que es mentira cuando la llaman fea, sólo tiene que mostrar su belleza para que la verdad brille como sol de mediodía. El capitalismo es una mujer vieja y fea... rica...eso sí... pero la niña bella es nuestro socialismo...¡cójame ese trompa en la uña a ver si taratatea!

Por otro lado, las leyes -hoy se tiene toda la Asamblea Nacional- deben poner coto a los desmanes de los medios terroristas. Confieso que no sé como se hará para poner coto a esta pandemia. A veces, los percibo discursivamente radicales y luego lastimosamente tímidos en la acción. Se confirma el adagio popular que reza: "Entre el dicho y el hecho hay mucho trecho". Hace tiempo que, comprendiendo la característica tan particular de la Revolución Bolivariana, he desechado la idea de acciones rápidas, expeditas y contundentes. No pareciera que en el marco actual del proceso quepan acciones directas. Siempre regreso impotente y terco a una idea clara: SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO. El pueblo tiene que utilizar los instrumentos que pone en su mano la Constitución Bolivariana que él mismo se dio como libro sagrado. Es el pueblo quien puede y debe poner remedio. Debe llamarse a referendo y hacer que el pueblo opine sobre la conveniencia o no de mantener la concesión a medios de difusión privados que actúan como agentes enemigos en una guerra. No se puede formar una familia con alguien dentro de la casa destrozando valores, arrasando la cultura familiar, imponiendo criterios, vicios y antivalores extraños. No se puede ganar una guerra con el enemigo libre atacando con todas sus armas y además exigiendo el respeto que corresponde a quienes son comunicadores por oficio.

¡EL PUEBLO TIENE LA PALABRA!

por, Martín Guédez


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